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Hablar de máscaras, es hablar de un elemento ancestral que se remonta casi a los orígenes del ser humano y que está presente en todas las culturas del mundo. En nuestro territorio, eran usadas por los indígenas nativos desde tiempos prehispánicos, estas eran de materiales como madera, oro y jade entre otros. Con la llegada de españoles y esclavos africanos al continente americano, se dan sincretismos de todo tipo, dando como resultado nuestras actuales manifestaciones culturales.
El origen de la mascarada tradicional costarricense se remonta al Cartago del siglo XIX cuando Rafael “Lito” Valerín elabora las primeras máscaras basadas en unas cabezas de máscaras españolas que, según el mito, encontró en la Basílica de los Ángeles de Cartago. Aquí vemos el surgimiento de personajes que se convertirán en infaltables dentro de la mascarada costarricense, como el diablo, la muerte o calavera, y los desaparecidos “macho ratón” y “el viejo de la vejiga”, además de otros como animales o figuras grotescas que dejan ver la influencia africana presente en esta manifestación. Lito Valerín nació en 1824, un año importante para el desarrollo de la mascarada, pues también se abolió la esclavitud y se declaró oficialmente a las Virgen de los Ángeles como patrona de Costa Rica. Antes de esto existían algunas manifestaciones que se consideran antecesoras a la mascarada tradicional costarricense, como las “mojigangas” (fiestas de disfraces), la procesión de los promesantes, y el baile de los disfraces, en donde los participantes se disfrazaban con distintos elementos que se describen como ropas de harapos y rostros pintados entre otros que eran usados para llamar la atención.
Pronto la mascarada llega a diferentes partes del país, como a las fiestas de fin de año en San José donde fueron parte de la celebración desde la década de 1870.
Para inicios del siglo XX Pedro Freer y la Compañía de los Hermanos Freer ofrecían el espectáculo de carruseles, títeres y diferentes opciones de entretenimiento que llevaban a los festejos patronales de muchos pueblos del país, incluyendo dentro de ellos la mascarada que pronto se volvió de lo más esperado en estas actividades. Su labor además fue muy importante pues sus máscaras sirvieron de influencia para los dos mascareros que actualmente han definido las “escuelas” o estilos de mascaradas en el Valle Central, hablamos de Pedro Arias de Escazú y Carlos Salas de Barva.
Pedro Arias inicia su actividad mascarera en 1931 junto a Santiago Bustamante quien tiempo después se retiraría dejándolo solo con la tradición. Sus máscaras se caracterizaron por ser de estilo “gigante” y “mediano” con armazones de varillas, además de pequeñas caretas. Su estilo característico de elaboración se volvió tradicional en la zona de Escazú, Alajuelita, y Aserrí principalmente, sin embargo, su mascarada fue sumamente popular y reconocida en todo el país. En estos lugares hoy en día muchos mascareros dan continuidad a su estilo, elaborando máscaras con sus mismas características y personajes.
Algo muy similar ocurrió en Barva de Heredia, donde Carlos Salas Cabezas realiza sus primeras máscaras en 1934. Carlos propone una mascarada que se podría considerar de un estilo similar al español, donde se ve solo una pareja de gigantes, que representan a personas de poder económico, por lo que en son de burla presentan rasgos exagerados, la giganta con exceso de maquillaje, grandes aretes y un llamativo peinado, y un gigante con un singular bigote, bien sonriente y con corbata. El resto de la mascarada está compuesta por pequeñas máscaras de casco o cabezudo entre las que sobresale el diablo y personajes como animales, duendes, brujas y personas de l a comunidad. Hoy en día muchos mascareros de la zona elaboran sus máscaras bajo esta influencia, aunque cada uno con sus singularidades.
La mascarada es parte de celebraciones en todo el país, su elaboración se ha expandido a cantones como Santa Cruz de Guanacaste, San Rafael y Santo Domingo en Heredia, y San Antonio de Desamparados entre otros. Las nuevas generaciones se integran cada vez más a ser parte de esta tradición que tanto nos deleita y que por fortuna, parece lejana a desaparecer.
Tipos de Máscaras
La mascarada tradicional costarricense se fabrica con papel sobre un molde hecho con barro. Recientemente materiales como fibra de vidrio y resinas son utilizados también por muchos mascareros.
Diferentes tipos de figuras según su confección conforman los estilos de mascaradas costarricenses. Los tipos de máscaras que podemos encontrar dentro de una mascarada costarricense son:
- Caretas
- Cascos
- Cabezudos
- Medianos (con armazón)
- Gigantes (con armazón)
- Aparatos (toros, enanos, "la yegüita")
Historia de la Mascarada Tradicional Costarricense, por Juan José Carazo Bolaños.
Museo Domingueño de la Cimarrona y la Mascarada.
- Heredia
- Santo Domingo
- Santo Domingo