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Noely Villarevia, cuenta con conocimientos en la elaboración de piezas en cerámica, sobre la importancia de este oficio en su vida comenta:
“Mi nombre es Noely Villarevia Navas, soy de ascendencia boruca por lado materno. Actualmente estudio Arte y Comunicación Visual en la Universidad Nacional, tengo poco tiempo de hacer cerámica ya que mi énfasis es en escultura, pero durante este semestre durante una investigación en uno de mis cursos, me llamo la atención la forma en que trabajaban mis ancestros.
Mi bisabuelo Fermín Rojas Morales elaboraba cerámicas para el uso en el hogar y yo quise retomarlo, aunque mi bisabuelo ya no este con vida con la ayuda de mis tíos que recuerdan de sus técnicas de alfarería trato de acercar mi trabajo al de mi bisabuelo.”
Sobre su pieza presentada en el Certamen Nuestras Artesanías Tradicionales, Edición 2019 “El espíritu del barro” y su relación con la identidad costarricense, menciona:
“Esta pieza representa la identidad que como pueblo tenemos los borucas, mi bisabuelo usaba este estilo de ollas mucho antes de que yo naciera para cocinar sopa, para mantener el agua fresca, aprendiendo de su padre antes de él.
Esta olla habla del tiempo que siempre quisiéramos recuperar, un momento atrapado en la cotidianeidad del pasado boruca. Un oficio que nos regresa a la tierra de donde vinieron todas las cosas en su estado primigenio. Tiene la identidad que les otorgan las viejas memorias de lo que aprendimos sobre las rodillas de nuestros abuelos.
Ahora que tengo la oportunidad de aprender cerámica en la universidad puedo utilizar mi tiempo y mi trabajo para honrar a mi bisabuelo.”
En el año 2021, motivada por la nostalgia por los juguetes que recibía de niña y las posibilidades que podría hacer tenido si hubiera aprendido desde la infancia, participo en el Certamen Nuestras Artesanías Tradicionales, Edición 200 años de Costa Rica: Cestería, “Entrelazando Saberes”, exponiendo su obra “Casita de champiñones”.
La cestería siempre fue parte de su familia, sus padres hacen petates, y solían hacer para sus hermanos y ella, pequeños canastos para jugar o para "ayudar en la casa" llenando las diminutas canastas de frijolillos o granos de café, mientras los separaban entre cocinar y guardar.
Al crecer quiso aprender las técnicas de tejido, para lo que se puso a investigar y recurrió a su padre para consejos, Noely comenta que es muy difícil el aprender las técnicas de cestería “en el momento que dejabas de prestar atención podías equivocarte y tenías que volver a empezar”. Ella trabaja con cabuya, adquiere en un mercado local, para la preparación de la cabuya para su tejido no lo hace sola, sino con apoyo de miembros de su familia.
Para Noely el uso de estas materias primas para la elaboración de las artesanías en cestería, si ha variado con el paso del tiempo en su comunidad, porque dependiendo de los productos que solicitan los clientes, se ha cambiado el uso de materiales por otros que permiten una mayor facilidad constructiva.
Noely recuerda que algunos usos que le daban a las artesanías en cestería en su comunidad eran para juguetes y adornos, en la actualidad la gente continúa usando canastos o petates colgando de una viga, sobre el fogón, con el fin de que los elementos en su interior se conserven por más tiempo, como lo son las especias, los ajos y las cebollas por nombrar algunos.
Para el Certamen Nuestras Artesanías Tradicionales, Edición 2023 “Jícaras: Legado y Tradición”, presentó la obra "Vislumbrando el Pasado"
La familia de Noely es de Boruca (Brunca) y siempre se unen para hacer piezas, se han utilizado para cada aspecto del hogar, desde recipientes para guardar líquido, semillas, especias, platos y cucharas, hasta juguetes, por lo que escoger entre todas estas expresiones le pareció como si desechara todas las demás por lo que hizo esta pieza representando la historia del tiempo en su piel, de cómo la jícara ha marcado un camino profundo en ella y en las comunidades indígenas, es un tributo a un elemento tan versátil y generoso, que nos ha brindado su asistencia por tantas generaciones y espera que esta tradición continúe.
Se realizo la pieza, a través de varias etapas de madurez de la fruta, y diferentes temperaturas lo que afectó el grosor de la misma, esto permitía que en algunos puntos la talla fuera mas profunda y en otros, debido a que la piel se había vuelto muy delgada, apenas necesitaba la presión de las gubias para dejar marcas.
Recuerda que durante las vacaciones y los fines de semana, una vez que las frutas hubieran madurado lo suficiente, se cosechaban, se abría un agujero y se vaciaba la carne y las semillas, se llenaba de agua y piedras el interior y se agitaban para terminar de sacar las membranas o si se iba a hacer un plato se cortaba por la mitad para sacar la carne del fruto. Estas se tallan con gubias de madera; en su casa, uno de sus tíos las había hecho con madera de balsa y trozos de sierras, e incluso ha usado gubias para xilografías. También se les enseñó que las jícaras tienen un periodo para ser labradas antes de que se halla secado demasiado, mientras tenga humedad suficiente la membrana que la cubre será más gruesa pero más suave de tallar; una vez que la piel se vuelve marrón la membrana se adelgaza y endurece, todavía puede ser labrada pero el proceso es difícil.
Fuente y fotografías: Certamen Nuestras Artesanías Tradicionales, Edición 2019 “El espíritu del barro”.
Fuente y fotografías: Certamen Nuestras Artesanías Tradicionales, Edición 2021 200 años de Costa Rica: Cestería, “Entrelazando Saberes”
Fuente y fotografías: Certamen Nuestras Artesanías Tradicionales, Edición 2023 “Jícaras: Legado y Tradición”.
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